COLABORÓ: EL MOWGLI
Reinventarse o morir. Con este espíritu Samantha Hess ha emprendido un negocio que por sorprendente que parezca está siendo todo un éxito. Esta estadounidense, de 30 años y residente en Portland, ofrece abrazos ‘profesionales’ por 60 dólares la hora y al final de cada mes está consiguiendo embolsarse más de 5.000 dólares contantes y sonantes. Todo por abrazar a desconocidos. El servicio no implica ningún tipo de relación, que quede claro.
En su página web, 'Cuddle Up To Me', Hess se ofrece a sus clientes para “juntar las manos y acurrucarnos en el sofá” o “escuchar una música suave mientras nos abrazamos en la cama”. Es, en definitiva, una abrazadora profesional, tanto de hombres como de mujeres.
La idea se le ocurrió en 2012, cuando vio en un mercado a un chico que ofrecía abrazos gratuitos. Junto a él se colocó otro joven mostrando un cartel que decía “Abrazos de lujo, por 2 dólares”. Al cabo de unas horas, el segundo había conseguido más abrazos que el primero. “En ese momento se me encendió la bombilla”, asegura Hess, que se encontraba en un punto de su vida, tras una relación de 13 años, en el que no estaba preparada para iniciar otra, pero sí necesitaba ser “aceptada y amada”.
En mayo de 2013 comenzó el negocio, que tuvo eco en un periódico local de Portland y le ayudó a darse a conocer. Desde entonces, la historia ha llegado a otros muchos medios de comunicación, televisiones incluidas, y ha disparado las visitas a Hess.
La joven se dedica en exclusiva a este negocio y según dice gana mucho más que en cualquier de sus trabajos anteriores en servicio al cliente y de entrenadora personal. Es suficiente para ganarse la vida y nunca realiza más de cinco sesiones al día (de una hora cada una). Afirma que si trabaja seis días a la semana puede llegar a ganar hasta 7.200 dólares al mes, aunque no es lo habitual.
Cerca del 90% de sus clientes son hombres de entre 20 y 75 años, en muchos casos con enfermedades graves o discapacidades que les impiden tener un contacto humano frecuente. Hess define sus servicios como “un masaje para la mente”. Según defiende en Business Insider, los abrazos ayudan a rejuvenecer a la gente y les generan felicidad.
Cuenta orgullosa cómo es habitual que en las 24 horas siguientes a dar los abrazos, recibe una llamada telefónica o un correo electrónico del cliente en el que le expresan lo mucho que ha significado la sesión para ellos. Hess asegura que trata a sus clientes como si fueran una “gracia humana”. “Se trata de ser capaz de mirar realmente a los ojos y hacer que se sientan amados y aceptados tal y como son”, subraya. “Mis clientes saben que no les juzgo en absoluto”, abunda.
Pero el contacto físico que implican los abrazos también tiene sus riesgos. Como señala Hess, “puede ser un poco difícil porque mis clientes se sientes muy apegados”. Recuerda cómo uno de ellos se abrió hasta declararle su amor. “Fue la cosa más dulce, pero tuve que recordarle lo que es el servicio” para ahuyentarle cualquier expectativa de encontrar algún tipo de relación romántica.
Hess, que ya ha tenido otras imitadoras en otras ciudades de Estados Unidos con un éxito similar, tiene la máxima de que los abrazos pueden llegar hasta donde sería apropiado tocar a un niño. "Si está buscando un reemplazo para el sexo, no va a estar contento con mi servicio", advierte. La joven, que abrirá próximamente su primera tienda y pretende crear un certificado de abrazos con un programa de entrenamiento de 40 horas, reconoce igualmente que su trabajo puede ser “muy agotador” porque “algunas personas tienen problemas emocionales difíciles que quieren hablar en mis sesiones”.
1 comentario :
¡Que puta! Ponganle cero.
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